Hablemos de Mick Jagger recitando a Brian Jones el Adonais de Percy Shelley … 

No me juzguéis con demasiada severidad
Epitafio de Brian Jones

  El 5 de julio de 1969 se celebró en pleno Hyde Park de Londres un festival cuya cabeza de cartel anunció a unos Rolling Stones renovados y dispuestos a volver a los escenarios a lo grande. The Stones in the park fue además planeado como presentación del flamante nuevo miembro de la banda, el guitarrista Mick Taylor (ex-Bluesbraker de John Mayall), que tras ser invitado a contribuir en el reciente Let it Bleed recibió la oferta de ser uno más de los Stones.

Sin embargo, dos días antes del evento, la inesperada muerte de Brian Jones, miembro fundador, experimentador musical y enfant terrible del combo, se convirtió en el relato oficial para asistir a un concierto al aire libre que constituyó un hito social de la historia de Gran Bretaña.

Jones moriría ahogado la noche del 3 de julio en la piscina de su mansión en Sussex. La alta probabilidad de que se hubiera tratado de un asesinato siempre ha planeado sobre la turbulenta historia de un personaje que, aficionado al maltrato, la fama y las drogas (ahí el film Stoned, 2005), fue “despedido” -justo un mes antes- de la banda que él mismo había creado y llevado a la cima. Su radical comportamiento y sus desplantes, así como las diferencias creativas y encontronazos, tanto musicales como de faldas, con Keith Richards, hicieron la situación inasumible.   

El polifacético músico de melena rubia pasaría así a inaugurar el llamado Club de los 27, abriendo la puerta a Jimmy Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison, “las 4 jotas del rock”.

Miles de fans portando velas encendidas comenzaron a agolparse en Hyde Park durante el día 4, estimándose tras el concierto unas quinientas mil almas reunidas, no solo para disfrutar de la música gratuita, sino para rendir homenaje al más carismático de los Stones hasta entonces, que ahora acometían, ante un público similar al que se congregaría un mes después en Woodstock, temas como "Jumpin `Jack flash", "Stray cat blues", "Satisfaction", "Honky tonk women" o "Sympathy for the devil".

Ni con Mick Jagger declarando motivado sobre las virtudes de su grupo en entrevistas previas (“el fuerte de la banda es actuar”) pudieron las guitarras desafinadas más legendarias de la historia del rock superar el espectáculo magistral de unos desvergonzados King Crimson, que mientras moldeaban la célebre  “21st Century Schizoid Man” fueron testigos, junto a un público anonadado, de cómo la enorme fotografía de Brian Jones que coronaba el escenario se desprendía y caía, dando pie a todo tipo de ideas supersticiosas.

Sin embargo, incluso con una actuación algo esperpéntica (“la falta de preparación de la banda fue dolorosamente obvia” declararía el periodista musical Philip Norman), el festival fue todo un éxito para los protagonistas, cuya poética puesta en escena liderada por Jagger será lo más recordado de aquella calurosa tarde.

Enfundado en estricto blanco, con traje prestado de Sammy Davis Jr, el cantante subió al escenario con su ejemplar de Shelley y saludó ceremonialmente al público. Acto seguido, con aire perdido, pero decidido, instó a la muchedumbre a escuchar lo que sentía sobre la pérdida de Brian, escrito en aquél libro azul:      

  Peace, peace! he is not dead, he doth not sleep                     He hath awakened from the dream of life 

 Se trataba de los versos de Adonaïs, el panegírico escrito por el poeta Percey Shelley en 1821 para John Keats, que había muerto de tuberculosis en Roma. Un poema elegíaco cuya elección por parte de Jagger no parecía casual, pues no solo estaba dedicado a la muerte de un amigo, sino que el propio autor, de comportamientos excesivos como los de Brian Jones, murió también ahogado. Tras el naufragio, su cuerpo fue quemado en la orilla del mar y su corazón, extraído previamente, depositado en las manos de su esposa Mary. Dicen que al encontrar su cuerpo inerte, el poeta tenía en su bolsillo una obra de Keats, quien por cierto, no lo admiraba tanto. El momento quedó sellado a fuego en las crónicas de la poesía romántica y plasmado en un excelente lienzo del pintor francés Louis Édouard Fournier.

Al terminar el último verso de los dos fragmentos seleccionados por el cantante, se liberaron de varias cajas de cartón aquellas mariposas blancas (ya pocas de las 2.500 preparadas) que habían sobrevivido al calor, como amnistiadas por la poesía, mientras el alarde romántico  -cuya sinceridad es todavía hoy puesta en duda por algunos- contrastaba con los primeros compases de "I´m yours and i´m hers"…que trotaba disonante mientras aún resonaban los imperecederos versos de Shelley en la cabeza de los presentes.

                ¡Paz, paz! No está muerto, no duerme                Ha despertado del sueño de la vida

Y nosotros perdidos en visiones tempestuosas 
y armados contra espectros sostenemos 
contienda estéril y en delirio loco,
el puñal del espíritu clavamos 
en el vacío invulnerable.
Somos como cadáveres 
que en la tumba se pudren,
el temor y la angustia día a día 
nos consumen y agitan,
y esperanzas 
friolentas cual gusanos hormiguean
en la entraña del barro que vivimos.
Lo uno queda, lo vario muda y pasa.
La luz del cielo es resplandor eterno,
la tierra sombra efímera. La vida
cual cristalino domo de colores 
mancha y quiebra la blanca eternidad
esplendorosa hasta que cae
a los pies de la muerte en mil pedazos.
Para encontrar lo que persigues ¡muere!
¡Sigue la vida de todo lo que huye!
Flores, ruinas, el cielo azul de Roma,
estatuas, música y palabras, 
no alcanzan la verdad resplandeciente 
de la gloria que viven y propagan. 

  

© David de Dorian, 2021


Mick Jagger recita a Percy Shelley

(Ilustración: Mick Jagger by Chungkong art)





 


                                   

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