Hablemos de rock y literatura y de canciones pop basadas en obras literarias durante la década de los 90...
La
música pop de la década de los 90 siguió recurriendo a la literatura y a los
libros como una de sus musas para crear estupendas canciones y algunas obras
imperecederas que aún hoy perviven con fuerza. Algunos de los grupos nacidos en
esta época acusan un intelectualismo bastante punzante, utilizando fuentes de
la literatura, del arte, de la historia o de las nuevas tecnologías para
desarrollar su trabajo musical. A diferencia de la década de los 80, en la que
de forma general ese carácter intelectual y arty
se dejaba notar con fuerza en un amplio espectro del panorama musical, los
desquiciados 90 fueron una década fuera de lo colectivo, mucho más individualista
y apegada a lo visceral, a lo psique personal y no a la social.
Es
por ello que, en una época en la que no abunda en las bandas jóvenes un afán
por superar lo ya credo en el ámbito artístico y recurren mayoritariamente a
fórmulas abanderadas en los 60 y los 70 (Oasis, Pearl Jam, Nirvana…), lanzando
al público los primeros revival,
ciertos grupos destaquen a través de la literatura y otras manifestaciones su
propia identidad, haciendo notar su obsesión por estos aspectos con más
notoriedad. Así se comprende que los 90 fueran una tremenda reacción –que no
continuidad–a los 80: de manera general una vuelta a conceptos de un pasado
musical glorioso –ante todo en UK–, cargado con cierto tipo de garrulismo que
anulaba el refinamiento y la pretendida elegancia de lo anterior, y un sentido
más individual que colectivo, aplicándose esta individualidad a las obsesiones
literarias vertidas en las composiciones y su manera de expresarlas.
La
sensación de comunidad social nacida de la Guerra Fría había terminado y ahora
se dejaba paso a cierto tipo de paranoia individual, que puede atisbarse en la
utilización de estas fuentes literarias a la hora de crear obras musicales y
canciones pop, en las que el mensaje, mucho menos apegado a la colectividad,
había cambiado. La década de las paradojas se abría curiosamente como ya se
abriesen los 80 con Pink Floyd, utilizando Alguien
voló sobre el nido del cuco de Ken Kesey, para una composición-reflejo,
aunque esta vez lógicamente de forma más trastornada y de la mano de Nine Ich Nails, con Head like a hole.
Novela sobre psiquiátricos perfecta para la juventud descontenta de principios
de la década, cuya reacción musical evidente fue el Grunge, un estilo de psiques vomitorias que nos lega Scentless apprentice de
Nirvana, basada en la novela
preferida de Kurt Cobain, El perfume,
de Patrick Suskind; y por parte de los más clásicos Pearl Jam, canciones desde su álbum Yeld como Pilate, inspirada en El maestro y Margarita (Mijaíl Bulgákov), In hiding basada en los escritos de
auto-reclusión de Charles Bukowski o No way y All those yesterdays,
inspiradas en la novela Ishmael, de
Daniel Quinn.
En
Inglaterra la novela pulp nunca
dejaría de triunfar como inspiración para un pop siempre de tono decadente y The Stone Roses pondrían la nota para
la pista de baile con Fools gold,
inspirada en la novela homónima de Dolores Hitchens, obra en la que se basó
igualmente Godard para rodar Bande à part.
Pero si de obras decadentes hablamos, el conocido O.K. Computer de Radiohead
engloba muchas de las particularidades de una década tan perturbada, además de
multitud de influencias literarias. Una de las mejores canciones de su carrera,
la depresiva Exit music (for a film) se basa en Romeo y Julieta, más concretamente en la adaptación cinematográfica
de 1968, descartándose como parte de la B.S.O de la nueva adaptación
protagonizada por di Caprio. Paranoid android, otra
de sus joyas, se extrajo del personaje principal de Hitchhiker's Guide to the Galaxy (Guía del autoestopista galáctico), una radio-comedia británica convertida
en una exitosa saga literaria; Airbag, que cuenta un choque automovilístico
a cámara lenta abriendo el álbum, se inspiró en Crash, del recurrente J.G. Ballard; Subterranenan homesick alien
está basada en la temática emprendida por el llamado “Martian poetry” de autores como Martin Amis y Craig Raine, un
movimiento literario de ficción, minoritario y nacido en Inglaterra, cuya
temática contextualiza aspectos cotidianos de la vida humana desde la
perspectiva de un alien; y Electioneering se inspira en Los guardianes de la libertad, de Noam Chomsky, un ensayo sobre el
modelo de propaganda de los medios de comunicación. O.K. Computer es una obra maestra, una biblia con aire
cinematográfico sobre la paranoia de la vida postmoderna, la esquizofrenia
social, la muerte violenta, la globalización y las nuevas tecnologías, abordada
a través de las lecturas personales e inspiraciones literarias de Thom Yorke,
incluyendo igualmente a otros escritores como Orwell o autores de otras
disciplinas como el historiador Eric Hobsbawm. Más allá de su obra culmen, el
cantante declararía que el himno Street spirit estaba
basado en The famished road (El camino hambriento) del novelista
nigeriano Ben Okri, y rendiría tributo a la musa literatura en otras piezas
como Banana Co.,
iluminada por Cien años de soledad o Pulk/Pull revolving doors,
desde uno de los pasajes de Alicia en el
país de las maravillas.
Otros
grupos del ámbito Brit-pop también
acusaban ese lado intelectual, aunque de manera más combativa y a dirigido
principalmente a público de extracción obrera y no de clase media
universitaria, como en el caso de los fabulosos Manic Street Preachers. Y es que Gales no era Oxford y los Manics, una
banda con una lírica potente, ácida, muy rica y plagada de referencias
literarias, acuñaban en sus composiciones una rabia más punk y consignas más
subversivas, como la lanzada en la maravillosa If you tolerate this your children will be next, inspirada por el orwelliano Homenaje a Cataluña. Otros de sus himnos
pop de la década están dedicados a personajes y autores con una carga trágica o
violenta, siendo el caso de The girl who wanted to be god,
sobre Sylvia Plath (“The dawn is still
breaking it's heaven is so high/ She told the truth, told the truth and then
she lied”) o Patrick Bateman, protagonista de American Psycho (Bret Easton Ellis) Los galeses acometen en sus
canciones innumerables líneas y frases sacadas de los libros, así como
extractos de entrevistas a escritores o referentes a lo literario: Mausoleum, con Ballard explicando sus
motivaciones para escribir Crash o un
diálogo a cargo del actor John Hurt en la adaptación al cine de 1984, incluido en Faster. Ballard, como uno de los literatos
más sugerentes para el rock, aparecería de nuevo posteriormente en A billion balconies faced the sun, sacada de unas sagaces líneas de Noches de cocaína.
Muchas
otras buenas canciones de la década tomarían también su inspiración de la
literatura universal: la alegre Afternoons and coffespoons
de Crash Test Dummies se basa en “Love song of J. Alfred Prufrock”, un
poema de T. S Eliot, nombrado en el tema; Losing my religión
de R.E.M. tiene conexiones con Matar a un ruiseñor, la novela de Harper
Lee; Leaving las Vegas,
cuya publicación afectó personalmente a Sheryl
Crow, se basa -como la posterior película- en la novela homónima de John
O´Brian, quien se suicidó poco después, echándole en cara a la cantante que no
le incluyera en los créditos de la canción, que había co-escrito con un amigo
del novelista sin tener noticia alguna de donde salía la inspiración; No one else, ruidoso
tributo de Weezer a Robert Browning
y su poema “My last duchees” (Mi duquesa muerta); A perfect day, Elise
de P.J. Harvey, inspirada por A perfect day for Bananafish de D.J.
Slinger, así como la deliciosa The river se
inspira en una novela corta de la escritora Flannery O´Connor ; Lotus eaters de Moloko, reinterpretando musicalmente el
clásico homérico de la Odisea; o Who wrote Holden Caulfield?,
desde el segundo disco de Green Day y sobre el personaje estrella del Guardian entre el centeno de Salinger. Todos
temas bastante reseñables. En España habría que mencionar especialmente a
Héroes del Silencio con El camino del exceso,
basada en El matrimonio entre el cielo y el infierno de William Blake.
Algunas
bandas y artistas que ganaron vigencia y fama durante la anterior década,
también poseen algunas joyas destacables cuya inspiración se tomó de la
literatura. Bukowski y su alcoholismo fueron la inspiración para que U2 escribiese Dirty Day; Bruce Springsteen nos habla del
personaje de Las uvas de la ira de
Steinbeck en The ghost of Tom Joad; Annie Lennox toma
de Drácula de Bram Stocker su bella Love song for a vampire,
incluida en la B.S.O de la película; Morten
Harket (vocalista de a-ha) musicaliza
sabiamente el poema “Bosnia tune” de
Joseph Brodsky titulándolo Brodsky tune; Nick Cave toma un verso del Paraíso perdido de Milton para el título
de la colosal Red right hand
e inspiración de la misma obra para Song of joy; y Billy Bragg, que ya venía utilizando
desde los 80 varias influencias literarias en sus composiciones, toma el poema A pict song de Rudyard
Kipling para revestirlo con su particular música y seguir aportando más riqueza
a las composiciones de una década repleta de buena música, buenos discos y
grandes canciones ya imperecederas.
© David de Dorian, 2014
(Ilustración: Cristopher David Ryan)
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