Poesía alternativa o cómo vivir haciendo equilibrismos en la cuerda floja ...
Ves un precipicio,
quieres llenar su vacío con todo lo que existe.
Sin medias tintas en la ciudad de la frontera
y como si todos los infiernos de la tierra
confluyeran en tus ojos,
en esta muerte a plazos que es suicidarse
y no morir en el intento.
Dijeron que era por tu bien
pero te enviaron a barrer el desierto
con todos sus fantasmas, pálidos
más que una luna en la peor de sus resacas.
Y dormir exhausto del delirio escuchando
discursos de Hitler en tu cabeza
con la frustración escribiendo su arenga,
comprender que llega una noche
en la que no hay pesadillas
porque hasta las pesadillas se cansaron de tu sombra,
que no es el río lo que suena en tu memoria,
sino el chapoteo de sus cadáveres flotando,
y nunca hablar de primaveras, solo
de lo puta que es la alergia.
Intuyeron tu luz y te arrojaste al abismo,
allí encontraste tus razones,
cuando visitas a los hombres y
esperan que te suicides la segunda
para acusarte de plagio
cantando el mismo cuento breve de costumbre:
“Érase una vez un niño depre…
y se murió de asco”. Fin.
© David de Dorian, 2014
(Ilustración: Noma Bar)
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