Hablemos del Malditismo, del reciente fallecido Leopoldo María Panero y del bullying social que puede provocar en espíritus sensibles y creadores artículos como Contra el malditismo, de Carlos Marzal...
Muchos
lo estaban esperando. La muerte hoy de Leopoldo
María Panero, el mejor poeta vivo hasta hace unas horas, ya el mejor poeta
muerto desde su generación, ha traído una cola de comentarios en las redes
sociales que seguramente habrá sorprendido a más de uno por lo extenso de los
homenajes y las palabras sentidas. Por supuesto, ha pasado igual que con Lou
Reed, dudo que todas esas personas que han compartido la noticia de su muerte o que están
hablando de él lo leyesen en serio, y mucho menos, que llegaran a acercarse a
ese espíritu atormentado que tan magistralmente plasmaba en sus versos. Luego
están los que han decidido descalificar, de una u otra manera, al veterano
poeta. Ya sea por su condición de enfermo clínico, de "loco", o por la calidad de
su obra, muchos estaban esperando una oportunidad así para arremeter, en el fondo, contra algo que muy pocos comprenden de verdad y que a la gran mayoría de los
que escriben sobre ello se les escapa. Es el caso de Carlos Marzal y su exasperante cruzada contra el Malditismo, esta vez con la figura de Panero de relieve.
Ya fue bochornoso aquél artículo de Marzal, también poeta y escritor, titulado justamente así, Contra el Malditismo, en el que atacaba la condición del arte a través del tormento y de las supuestas prerrogativas que la condición de “maldito” posee en el mundo del arte. Me sorprendió la simplicidad y el poco calado intelectual de un escrito a cuenta de la muerte de Amy Winehouse. Ya es bufonesco colocar a un personaje como Amy Winehouse en el panteón del Malditismo, aunque la postmodernidad tiene esa cara aséptica y descafeinada con el lado oscuro del ser humano, pero compararla con el periodo del Romanticismo fue de risa. No le faltaba razón a Marzal en algunas cosas, porque siempre hay un público dispuesto a extasiarse con los relatos de las desgracias personales y los "excesos legendarios del loco de atar". Pero aquél artículo solo caía en clichés y obviaba lo más fundamental del tema, tan complejo, que abordaba, despachándolo ricamente en cuatro trazos y contradiciendo su propia tesis.
Marzal
embiste contra la construcción de un tópico levantado en el siglo XIX, el del
artista atormentado, el del suicida, el del maldito, utilizando a su vez más tópicos para descalificar una concepción que, si es cierto ha calado de
forma potente en la visión colectiva, no lo es menos que se trata de un hecho
objetivo que se acerca al orden creador. Su artículo parece estar escrito para
`dummies´, además de incurrir en varias contradicciones, mezclando términos
como bohemia y malditismo, que no
necesariamente van de la mano y mucho menos funcionan siempre con las mismas
características como ya nos han demostrado siglos de arte y de artistas. De
hecho, en ocasiones, bohemia y malditismo son términos totalmente
contrapuestos. Hay mil ejemplos en la historia, pero cualquiera podría decir
que yo me equivoco, como yo digo que Carlos Marzal se equivoca en la visión del
arte desde el Romanticismo.
A
parte de las perogrulladas del artículo, que también me sorprendieron, no
entiendo que les pasa a los poetas consolidados de esa generación cuando crecen, porque
parecen volverse algo estúpidos. Y es que España es así y esto es solo un reflejo de
una tierra de cainitas. Tener una opinión, positiva o negativa, del malditismo,
de la figura y obra de Panero o de Perico el de los palotes me parece, ni falta
hace decirlo, aceptable y necesario. Pero no sé si estas cosas se escriben porque
ahora, como dicen los modernos, es "mainstream" y mola ir en contra
de todo ese rollo del malditismo, la insania del rock, drogas, etc..., el de verdad, se entiende,
no ese marketing que todos sabemos nada tiene de auténtico. Y esto solo me parece que no es más que la tónica de una
mentalidad de derechas derechizando/insensibilizando a la gente en un tiempo
derechizado en el que hay q actuar y pensar como tal.
Lo que realmente da a entender es que no tiene ni idea de arte universal, de música o de cualquier manifestación expresiva o psíquica, ni de dónde radica la base de todo eso, al menos de todos los que han cambiado las cosas y no se dedican a vivir de las rentas que su situación mental y material les ha permitido, ya que el dolor, el sufrimiento, -y sus múltiples causas- son inherentes al ser humano. Aunque, me cuesta creerlo de alguien que ha publicado ya una buena suma de libros y cuya obra poética ha sido valorada y apreciada, también por mí. Pero, como todo se mueven por afinidades, hay mucha gente de acuerdo con las palabras de Marzal, que, ya lo dijo algún escritor hace tanto a propósito de otro maldito, es más galdosiano que otra cosa y un mero “intruso” al lado de Panero.
Lo que realmente da a entender es que no tiene ni idea de arte universal, de música o de cualquier manifestación expresiva o psíquica, ni de dónde radica la base de todo eso, al menos de todos los que han cambiado las cosas y no se dedican a vivir de las rentas que su situación mental y material les ha permitido, ya que el dolor, el sufrimiento, -y sus múltiples causas- son inherentes al ser humano. Aunque, me cuesta creerlo de alguien que ha publicado ya una buena suma de libros y cuya obra poética ha sido valorada y apreciada, también por mí. Pero, como todo se mueven por afinidades, hay mucha gente de acuerdo con las palabras de Marzal, que, ya lo dijo algún escritor hace tanto a propósito de otro maldito, es más galdosiano que otra cosa y un mero “intruso” al lado de Panero.
Decir
cosas como que es "superficial" ese "tópico" de suicida y
atormentado en el Romanticismo es de catetos o de gente muy ortodoxa que solo
aboga por el arte sin mácula vital, que casualmente, suelen ser aquellos a los
que avala la derecha más reaccionaria hoy en día. Algunas de sus perlas, como la
del último párrafo, en la que dice añorar todo lo que esos artistas malditos y
suicidas hubiesen podido darnos "gracias a
su don", son una contradicción en sí misma. Su don les ha llevado a tener
esa vida o ese final, y a legarnos esas magníficas obras, ya sean literarias o
musicales, siendo ese mismo don el que no permitiría jamás que estos artistas
llevasen una vida común, feliz o completa en ámbitos ajenos al arte, e incluso, en malditos de nivel, como Alejandro Sawa o Van Gogh, ni siquiera en el arte.
En
definitiva, si la vida, la sociedad o su gen no
les hubiesen convertido en malditos, no
tendríamos esas obras que tanto adoramos. A Carlos Marzal el Malditismo le parece “una fábula” y que hay “una honda confusión acerca de la naturaleza del arte y los creadores”,
y lo que indigna, por la poca sensibilidad de alguien considerado poeta, es que
no se da cuenta de que en todo eso hay mucho dolor, porque el Malditismo, el de verdad, ya que Panero
solo parecía maldito a medias, no hace ni puta gracia. Lo que pienso es que
existe, curiosamente, una amplia base de personas, de público y de escritores
como Marzal que siempre sentirán cierta envidia real de la perturbación y
desgracia ajena -lo cual es muy desconcertante y enfermizo de verdad-; y este es
el quid de la cuestión.
El
Malditismo es una fábula solo para
personas borregas e insensibles que lo malentienden únicamente en el marco del
arte, que perogrullada tras perogrullada, se dejan atrapar por el “contra todo
lo maldito”. Hoy España está llena de malditismo, no solo de creadores
malditos, a los que ni dios lee o escucha, gente de enorme creatividad cuya
prueba más fehaciente de su inmenso talento es que nadie les hace ni caso, con
depresiones, con ansias de suicidio por esto y por lo otro, y de los que no me
gustaría que se hablase en términos tales como los de Marzal si una mañana
amaneciesen tiesos al lado de esplendidas obras que nadie se molestó en mirar.
Como
siempre, esa filosofía de parvulario, de “malo-bueno”, “bohemio-desordenado burgués-ordenado”; es de risa, mentalidad materialista pura. No
hace ni pizca de gracia cuando todo lo que a alguien le convierte en maldito se
vive en carne propia, pero menos gracia hace que se escriban soplapolleces tan bizcas
intelectualmente como estas, que desde hace muchos años solo conducen a que
quien sufre de verdad y tiene un alma sensible y creadora le tachen de payaso -encima- y le hagan bullying social, alimentando
más toda esta carnívora y destructiva espiral. Me da, como ya he dicho, que en el fondo de todo esto, Marzal (al que
he leído y no me disgusta por su temática nocturna, canallesca y urbana, aunque
eso sería antes...) ha querido ser un maldito auténtico, que, como tantos otros que
despotrican contra los que lo han sido o los que de verdad (a su pesar) lo son,
tuvieron su época de "voy de maldito" y ahora les jode el resto,
imaginen, porque detrás de todo maldito de palo, como él dice, "hay una larga intrahistoria de resaca y
malestar" que se manifiesta en la madurez de la mediana edad al
parecer.
Artículos
como el suyo ya lo escribieron con más solidez algunos como Javier Marías, creo
que fue Marías. O quizá yo haya entendido y leído mal sus palabras...aunque, mezclar todo eso con Amy Winehouse es mezclar churras con merinas a calzador y lo
único que consigue es confundir e insensibilizar más a la gente (quien se deje), llegando, justamente, a lo contrario que se había planteado en su escrito. En
fin, que a Marzal se le pasó el arroz de maldito porque nunca lo fue, aun yendo
de ello (y eso debe de doler, cuando quieres ser algo que no puedes, sobre todo
"a la inversa", ¡qué enfermizo!), y esos escritos, junto a sus palabras
a propósito de la muerte de Leopoldo M. Panero, son el paso natural y borreguesco,
despotricar contra algo que aporta mucho y a nadie hace mal, que siempre ha existido y seguirá existiendo con esa mentalidad, hoy más
que nunca, poniendo a una figura que poco tiene que ver con el malditismo real como Amy Winehouse.
Hoy
nos encontramos con lo de Panero, del que dice, lapidariamente, “era un poeta enormemente
desigual” y “genialoide”, embistiendo de nuevo contra la forma en la que sus
fieles disfrutan del poeta, que no es otra, según él, que la de su figura de maldito, sus trastornos y su
deterioro mental, los cuales dejan su obra en un segundo plano. Y ya no deseo verter aquí más palabras para decirle -porque no
sería una conversación infructuosa, y aunque sepamos que hay mucho maldito de
palo pululando por el mundo de las letras y del arte, demasiada pose- que intente
verlo desde otro punto de vista que no implique deslegitimar y estigmatizar algo tan
relacionado con la enfermedad y con el infinito dolor de tantas personas que, además, son sinceros creadores y tremendamente necesarias hoy en día por su visión del universo, ya sea expresada en su obra o en una charla de café, y que, ante todo en esta historia, disfrutan de la obra de Panero, exclusivamente, por ese juego de espejos tan curativo.
© David de Dorian, 2014
(Ilustración: Project Twins)
Esto mismo pasa aquí, ahora: la misma prueba fehaciente de que tienes algo que decir y nadie lo escucha.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=05OGJwBND1E
De momento tú ya lo has escuchado :)
EliminarUn artículo muy interesante. Evidentemente son muchos los que disfrutan con la obra poética de Panero, entre los que me cuento. Por supuesto que todos sus poemas no tenían la misma calidad, pero si que escribió versos por lo que merece ser considerado un gran poeta. Si, se ha ido un gran poeta y ese debería ser el centro de atención. Con lo que estoy menos de acuerdo es con la opinión de que hasta hace poco era el mejor poeta vivo y no lo digo ya por los conocidos, sino por los desconocidos.
ResponderEliminarEn realidad, en ese desacuerdo hay algo de acuerdo, ya que de lo que más convencido estoy, por encima de que Panero, para mí, fuera el poeta vivo con mejor legado, es de que la parte de ese iceberg que no se ve es algo tremendo, como esas profundidades de los océanos a la que aún no hemos llegado.
EliminarLo más interesante del artículo es la primera frase, porque ejemplifica a la perfección una falacia de lenguaje que tiene nombre: petición de principio. Se trata de dar por hecho en la argumentación algo que no está probado ni tiene visos de ser cierto pero que se introduce como hecho consumado. "El mejor poeta vivo", "El mejor poeta muerto". Eso, evidentemente, es tu creencia y la de algunos otros, pero no algo aceptado universalmente sino más bien al contrario. En suma: una petición de principio de manual.
ResponderEliminarEl resto del artículo, con su tono hagiográfico algo adolescente, sus ataques ad hominem y toda la acumulación de clichés, ya tiene menos interés.
Yo solo lo llamo opinión. Una opinión, la de MI propio artículo, no es una verdad implícita. En la necesidad de puntualizar algo así con varias líneas, sabiendo que son pocas las opiniones con las que cuenta a su favor (afortunadamente), ya hay algo de falacia, al igual que en el intento de desmontar un texto con la simple argumentación de la petición de principio. Réplica de manual. Esto no es un tratado filosófico, no estamos haciendo ciencia. En cuanto al resto del artículo, con su tono tal cual, seré autocrítico, pues no hice caso a quien advertía de no discutir con ciertas personas porque le rebajarían a uno a su nivel y ganarían por experiencia…y por afinidad numérica. Y es que “los clichés son ciertos/ todo depende de tu punto de vista”. Ad hominem y tú tenéis claro lo primero, lo segundo, al parecer, no. Gracias por la magistral lección de lógica.
EliminarDe nada, hiho.
ResponderEliminarSeguramente, Marzal también "lleve dentro un niño muerto".
ResponderEliminaracto-poetico.blogspot.com
Seguramente. Saludos ¡
EliminarMe gusta la vehemencia con la que defiendes la figura de LMP, y aunque me cuesta aceptar tu proposición de que fuera el mejor poeta vivo en lengua castellana, no porque no aprecie su propuesta estética, sino porque no soy capaz de hacer una afirmación tan severa, teniendo en cuenta que ignoro la obra de muchos autores que a buen seguro serán dignos de consideración. ¿Mejores que él? Es difícil de decir, desde luego yo no me arrogo el criterio necesario para considerarlo así, ya que LMP es mucho LMP, la verdad, y mi conocimiento de la poesía española contemporánea es bastante deficiente. Si tuviera que compararlo con otros poetas coetáneos a él ya desaparecidos sí me atrevería a rebajar su categoría, pero ese es otro asunto. Es un buen artículo, qué narices, siempre parece necesario poner en valor la sensibilidad de aquellos marginales que pululan por una existencia paralela a la «realidad» y nos dan bofetadas de espanto a los que nos deslizamos por inercia social al aburguesamiento. Gracias.
ResponderEliminarDebo confesar que la contundente afirmación se produjo como una "puesta en escena", tanto para rebajar las nefastas palabras del personaje al que me refiero en el artículo como para tocar un poco la moral de quienes las defienden. No quita que lo piense, dentro de lo que yo conozco. Pero como bien dices, más que defender a LMP (con cuya obra empatizo màs que con la del resto de sus coetàneos -poco tiene el asunto que ver con aspectos formales en definitiva-) defiendo un tipo de sensibilidad (con la que me siento màs cercano) y arremeto contra otra que, además de excluyente, me parece peligrosa. Gracias a ti por la opinión y por tan bienvenidas palabras.
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